Regalando traiciones
Bogotá es una ciudad de esas en la que los días se confunden con las noches y donde el eterno resplandor del ocio nunca deja de brillar, una urbe perfecta para disfrutar de todo tipo de placeres terrenales. Así mismo, éste paraíso de alegrías sin límite exige cordura y control, algo que olvidó el protagonista de este relato.
Conozca la historia de cómo una persona buena se vuelve mala sin ser mala, de cómo se cometen errores que no los cura la biblia y de cómo un “chino bien” en su fijación por disfrutar del vacío existencial en su interior “abre rotos” para tapar huecos. Traicionando cosas que lo son todo para el ser humano como la amistad, los valores e incluso faltando a su palabra de la forma más alegrona, descarada, pachanguera y estúpida. Un recorrido de momentos únicos por una noche en Bogotá.
Todo inicia un viernes cualquiera, cuando el celular de Antonio empezó a timbrar en repetidas ocasiones, él se encontraba durmiendo el guayabo y había decidido no contestar para no tener que salir con sus amigos de nuevo. El día anterior la rumba se alargó hasta entrada la mañana en una discoteca de música electrónica que cierra a las 6am, allí el festín de mujeres, licor y drogas había sido de esos que nunca se olvidan.
Alrededor de las 5pm de aquel viernes, Antonio aún destrozado, despertó con la preocupación del dinero que tenía que pagar por los 20gramos de Cocaína, los Ácidos y algunos éxtasis que había pedido fiados a un amigo que se dedicaba a la comercialización de éste tipo de productos. Todo se lo había gastado y no tenía un céntimo encima para responder.
Entrada la noche, Antonio pensando en “evolucionar” plata para abonar a la deuda, empezó a gestionar entradas para fiestas, bares y demás clubes donde posiblemente terminaría enfarrado al ritmo de la música electrónica y de los sonidos de los bajos que hipnotizan a los asistentes. Después de sumar más mercancía psicotrópica a su cuenta y levantarse unas niñas para la rumba, tomó camino para Chapinero donde se encontraría con sus amigos en la licorera de uno de ellos. Al llegar, el saludo, una botella de aguardiente, unas líneas de “perico” y algo de buen rap marcaron el inicio de la velada.
En Bogotá no hace falta un sitio especial para evolucionar dinero, estando en el local, Antonio empieza a recibir llamadas de personas que quieren comprar los “jugueticos” que tanto les gustan. Vende en la esquina unas pastillas de éxtasis a unos gomelos, al frente unas bolsas de Cocaína a unos borrachos que ya no pueden sostener la palabra; más cosas aquí y allá. Con la plata de sus primeras ventas, Antonio invita una botella a sus amigos que ya empiezan a enrumbarse.
Gracias a su eficacia y en poco tiempo, Antonio logró reunir el dinero necesario para pagar la deuda que lo aqueja y el costo de la mercancía que movió durante el día. Al igual, aún le quedan suficientes juguetes para una fiesta de esas que suele armar. Por eso decide conservar el arsenal de drogas para su uso personal.
Las niñas terminan de llegar y ya todos con su pareja se disponen a disfrutar de la locura, bailando, peleando entre sí, planeando vueltas y afianzando la amistad que los une, “el combo” se entrega a las sensaciones que cada psicotrópico ha logrado en la mente. Algunos rechinan los dientes, otros no vocalizan, no falta los que desvarían, también están los que se dejan hipnotizar por la chica a su lado y disfrutan de cada uno de sus pasos. En esta fiesta privada el factor común son los rostros de felicidad, seguido por las pupilas dilatadas y las ganas de enfiestarse sin pensar en los límites o el final.
Para cada uno de los amigos de Antonio la noche le sienta según cómo se halle su corazón, personas con grandes nudos interiores empiezan a explotar y deshacerse debido al estado de inconsciencia que se encuentran, este es el caso Camilo, viejo amigo que no ha podido arrancar en su proyecto de vida y quien cada vez más resulta dañando las rumbas por sus comportamientos violentos o el “cajeo” que le da.
Otros, como Ramiro y su novia, con el pasar de la noche se empiezan a comportar de manera desagradable e incómoda, sus comentarios, sus formas y la obsesión por imponer la música logran que todos a su alrededor los miren con ojos de inconformidad.
Por otro lado, Pablo, quien disfruta de una relación caótica con Diana, como es usual empieza a pelear con su novia de manera muy violenta con golpes y lanzamiento de elementos que puedan hacer daño a cualquiera. Al igual, ella, le responde de la manera más incitadora a cada ataque, cosa que sólo las mujeres pueden lograr.
Antonio por su lado disfruta de esa bella mujer que logró concretar para aquella noche, su nombre, Angélica. Con el sonido de la música, junto a las cosas que pasan a su alrededor, él logra hacerlas ver como algo cómico y son fuente de risas entre los dos. Para Antonio y Angélica, las drogas son la base de la fiesta, por eso se dedican a comer ácidos e inhalar Cocaína a rienda suelta, haciendo que su encuentro y sus danzas sean más íntimas. Mediadas por esa excitación y compinche que genera el consumir en pareja.
Entradas las 2 de la mañana las dos parejas: Antonio, Angélica, Pablo y Diana, deciden secretamente
despegarse de todo ese combo de gente porque están cansados de gastarles el trago, las drogas y aguantarse el tedio de varios de sus demás amigos. Así logran escaparse en un momento y coger un taxi con destino a un motel donde puedan hacer tranquilamente todo lo que quieran con ellos mismos y con las viejas con las que andan.
El lugar, el Royal Garden, uno de los moteles más reconocidos por las rumbas que se arman entre sus paredes y la tranquilidad de sus pasillos. El amplio espacio interior que hay es el mejor alcahuete para las dos parejas. La misma habitación de siempre con dos camas, una sala, jacuzzi y la inigualable imagen en el vidrio del baño que muestra una pareja teniendo sexo de píe.
Al entrar, además de escoger cama, lo primero que hacemos es pedir una botella de whisky y regar 5gramos de Cocaína sobre la mesa de la sala. La libreta militar, un billete de 50mil, 4 vasos, 2 Redbull y la botella era todo lo que se veía sobre el vidrio. Pase por acá, pase por allá, empieza la película; unos metidos dentro del baño haciendo cosas bizarras, otros teniendo sexo en la ventana y al final, todos por todo el lugar. Aún así, teniendo el dinero, las mujeres, el licor, drogas y todo lo necesario para una noche muy placentera, una de las parejas empieza a pelear fuertemente, rompen mesas, sillas, se golpean y arman un escándalo que requiere de la intervención de su mejor amigo.
Cosas de tragos de uno o de los dos???, no sabría qué responder, lo que sí sé, es que los excesos se hicieron notorios y la experiencia no fue la más acogedora. Entrada la madrugada, Diana, la novia de Pablo cayó dormida y esto dio paso a un ambiente más sereno, a pesar de la infinita aceleración y loquera de toda la noche. Siempre con ese amigo hay cosas de qué hablar, más cuando estás cayéndole a una bella mujer y quieres impresionarla con los cuentos de la niñez, adolescencia y otros que aportan a la causa.
En la botella de whisky ya se asoma el fondo y a pesar de lo avanzado de la mañana, deciden pedir más licor para acompañar la montaña de Cocaína que falta por terminar. Sin ningún reproche o mal recuerdo, las dos parejas se incorporan felizmente a bailar y hacer de las suyas en el jacuzzi. A esa hora de la mañana las personas logran mayor conexión y simpatía, llegando a pensar que esos son los mejores amigos y que en el mundo no hay otros igual. Este sentimiento permite que la alegría de la fiesta fluya en el ambiente y todos puedan disfrutar de momentos inigualables e incluso inolvidables, pero que en realidad se borran con el pasar del tiempo, otras fiestas y demás cosas que pasan entre los amigos.
La gente normal pensaría que después de la segunda botella, la montaña de Cocaína, el sexo de toda la noche, el gasto de dinero y energía; ya es suficiente para ir a descansar, pero cuando una persona como Antonio está con una mujer como la que tiene al lado, con dinero y posibilidad de conseguir más “drogas” para rumbear decide irse del Motel con el fin de organizar un mejor espacio para seguir disfrutando de su vacío existencial con la bella compañía de Angélica.
Al llegar a casa para ponerse ropa limpia, Antonio empieza a realizar la gestión necesaria que le solucione los caprichos del alma que tiene para aquel sábado en la noche.
Entre sus llamadas, logra conseguir una droga que se llama 2CB y que cuesta un alto precio, alrededor de 150mil pesos, un costo muy elevado para un sólo gramo de un polvito rosado que hace estragos en la cabeza, aún así, se lleva un par de estos, otros más Cocaína que no puede faltar y los ácidos que llenarán de felicidad un largo tiempo de la fiesta.
Ya con esta adquisición, su deuda con el personaje X se ubica alrededor del millón de pesos y es advertido de que tiene que pagar el domingo algo más de la mitad para que no haya ningún tipo de problema entre las partes.
Antonio sabía que para dentro de algunas horas, a eso del medio día del domingo tenía que tener alrededor de un millón y medio de pesos (1´500.000) para medio tapar los huecos que abrió para conseguir droga, además de otra alta cantidad de dinero que debía pagar a Pablo, su mejor amigo y quien le “salvó la vida” días atrás, cuando le prestó la plata con la que sobornó a un Policía que lo pilló por la calle, casualmente con 40gramos de Cocaína en el bolsillo. Dos obligaciones en las tiene comprometida su palabra, su salud y la amistad.
Con la preocupación encima, Antonio hace uso de algo de inteligencia y consigue mágicamente $400.000 pesos en efectivo con el fin de sumarle algo a los pagos pendientes. A esta hora nuestro protagonista cuenta con chicas, dinero y muchas de las mejores drogas, una suma de elementos muy tentadores para sus demonios.
En este punto, la cabeza de Antonio se encuentra sobrecargada de información real e imaginaria, emociones sin procesar y un sinfín de anhelos inmediatos que nublan su visión real del mundo y de las consecuencias a futuro de sus decisiones. De todas maneras, él desea cerrar con broche de oro, la embarrada que está cometiendo en silencio y que le pesa en su interior. Por eso, Antonio tomó sus obligaciones, las tentaciones a la mano y esa fijación por perder el tiempo en lo que no es debido y decidió estúpidamente evadir sus compromisos enfiestándose con Angélica todo, en algún lugar donde pueda disfrutar tranquilamente de su traición.
Puede haber mil fiestas a las que él pueda ir gratis, entrar a su chica y beber a expensas de la casa, pero para este tipo de personas lo más común y adecuado es armar sus parrandas en apartamentos o casas donde no haya problemas ni gente indeseable. Así fue que Antonio y Angélica se dirigieron a la residencia de otro personaje sin igual, un viejo amigo que además de ser amante eterno de la rumba, cuenta con grandes cualidades de anfitrión de la “casa del ritmo”. Allí también llegó una amiga de Angélica que sería la compañera del dueño del apartamento, Roberto.
El jolgorio allí sí se ajustó a los deseos de este combo de fritos; todos en pareja, las chicas felices, una cantidad enorme de varios tipos de droga, dinero y el licor que hidrate la garganta, además de aportar a la inhibición de los sentidos. Después de un preludio en la sala, un primer contacto que gracias al ambiente y la naturalidad de los sucesos se prestó para ir más allá de lo común.
Así comenzamos con una aburrida partida de parques, aquel juego de mesa que trata de avanzar casillas, comerse a los oponentes y finalizar cada una de las cuatro fichas. Éste inocente pasatiempo de familia con un poco de nuestra simpática imaginación se terminó convirtiendo en una competencia por permanecer vestido y evitar a todo modo, las excitantes penitencia que de algún modo generan un poco de temor. No dimos ni siete pasos cuando ya estábamos completamente desnudos, bailando a los otros o acercándose a la pareja para cumplir las obligaciones del juego.
La noche y el amanecer transcurrieron con alta abundancia de un polvo rosado que hace alucinar y enloquecer a los hombres, al igual genera alta excitación sexual y que deja en un estado de satisfacción muy agradable, no podía faltar el “perico”, un ácido y suficiente marihuana para ambientar un edificio. Para este tipo de consumo el licor pasa a un tercer plano, convirtiéndose en un hidratante casual para amargar la garganta, mientras que las bebidas energizantes y el agua se vuelven resultan más adecuadas.
Teniendo una sala cómoda y con espacio suficiente, el juego se desarrolló en la cama de Roberto, donde cupimos los cuatro perfectamente y en el centro se encontraba el tablero de vidrio lleno de las mágicas pociones que el mundo moderno tiene para nosotros. Estando en el juego, nos deteníamos para inhalar Cocaína o 2CB y así asumir las penitencias con menos miedo y más emoción.
Lo más ameno de la noche fue el continuo flujo de risas, buenas historias y momentos de mucha diversión, no hubo el menor inconveniente, desacuerdo, incomodidad o “raye” entre todos, la razón no la puedo comprender, pero creo que todo fue sólo por el deseo sincero en cada uno de compartir y pasarla muy rico.
En algún momento del día domingo, ya completamente entrados en confianza con sí mismos y con los demás, las niñas tuvieron que cumplir la penitencia de tomar una ducha juntas, esto abrió un espacio en la cual, ellos y ellas, planearon los pasos a seguir, conspiramos a nuestro gusto y nos deleitamos del momento tan único que se había generado gracias a todos los elementos que pueden incidir en una noche infernal como estás.
Al rato, Antonio decidió ir a ver cómo estaba la ducha con las dos chicas con el pretexto de cambiar la música, cuando escuchó el llamado de ambas invitándolo a seguir, acudió, seguido por Roberto con la serenidad que los leones tienen al acercarse a su camada.
La ducha destinada para el uso de una sola persona terminó siendo el escenario de una poderosa escena digna de las mejores películas para adultos. Después de muchos minutos las parejas se acomodaron en diferentes lugares del apartamento, disfrutando del otro en todas sus formas.
Sin el más mínimo ánimo de terminar la fiesta, después de la calurosa finalización de una noche de coqueteo y acecho, la tranquilidad, confianza y loquera en la que estábamos nos invitó a radicarnos completamente desnudos en la sala del apartamento, con las ventanas abiertas y recorriéndolo normalmente. En esas bailamos, charlamos, inhalamos algún tipo de sustancia sobre el cuerpo del otro y llegamos a momentos de incoherencia racional que fueron seguidos por confesiones de secretos de todos los presentes. Compartimos mucho más que una fiesta, entregamos nuestras personas a una causa sin motivo, a conocer al otro, al desnudo.
Ni la hora, ni las alucinaciones y mucho menos las preocupaciones del mundo real se hicieron presentes. Sólo la realidad de un mundo feliz e imaginario, reinado por la irresponsabilidad y la fantasía deambulaban por la mente de Antonio y así esquivaba todo aquello que sabía que se le venía.
Con todo ese festín, las drogas se fueron acabando y el desespero por hacer traer más de la forma económica y ágil a la que Antonio estaba acostumbrado. Era un domingo de esos que la mitad de la ciudad sigue de fiesta y nadie atiende o acerca a la casa las sustancias que tanto gusto tenemos por ellas. Finalmente Antonio logró conseguir algunos gramos de Cocaína y al llegar el personaje con el pedido, nos vimos obligados a vestirnos y terminar esa parte tan especial de la fiesta e incluso de la vida.
El medio día llegó y empezó a sonar el celular de Antonio, eran sus dos culebras: Pablo confiado de que su mejor amigo le devolvería el préstamo y el personaje X reclamando el pago de todos los “juguetes” suministrados. Revisando su billetera, encontró no más de $100.000 cien mil pesos que no eran suficientes para contentar a alguno de sus deudores. La loquera en su cabeza lo ayudaba a alucinar soluciones irrisorias que no eran posibles. Con su mejor amigo terminó agarrado a insultos y braveadas vulgares, mientras que a su distribuidor de narcóticos personal, no le contestó y así dio inició a una partida de otro divertido juego: las escondidas.
La tarde transcurrió entre más momentos bizarros pero emocionantes, el cruce de palabras e incluso de chismes de muchas personas conocidas se prestó para crear el enemigo común que afianza las relaciones de un grupo. Esta persona fue desnudada entre todos, con esos secretos que se le guardan a los amigos más cercanos, pobre tipo, quedó en ridículo toda esa fachada de mentiras que creamos las personas para proyectarla ante la sociedad pero que siendo llevada al extremo muestra la imagen de un perro que ladra pero no muerde porque no tiene dientes. Regalando traiciones a espaldas de quienes son limpios con nosotros.
El cansancio empezó a notarse y en todos nosotros entró ese impulso autodestructivo que se siente cuando ya los excesos están sobrepasados y se cuenta con los medios para llegar un poco más lejos. Así fue que decidimos consumir otras sustancias mucho más mortíferas y con método más pesados. La noche de aquel domingo nos abrigó con un estado mental muy alterado, con nuestros demonios dirigiendo y buscando ese punto de inconsciencia despierta, con el anhelo de disfrutarlo lo más posible. Ese consumo desesperado de terminar con nuestro aguante y ver si así finalmente logramos parar esa carrera de alta velocidad que no tiene final, donde sólo se aceptan a los más entregados a la causa.
Al final de ese maratónico domingo, quedaba sólo poco licor, algunas líneas de “perico” y nada de esas cosas que probamos con mucha satisfacción. Ya ninguna sustancia actuaba en ninguno, un estado pasmado de la mente psicotrópica. Mucho cansancio, mil cosas, la cabeza a punto de explotar, pero el arrullo de una pareja al lado fue más que suficiente para dejar al grupo dormido.
Al despertar, arrepentido y emproblemado. Antonio pensaba que él era una tristeza de artista y una mentira de fulano. Depresión, muchas pérdidas más allá del dinero. Angélica abre sus ojos verde marrón, acerca su boca a la de él, quiere un poco de calor. Ella es la razón principal de todo. Una de esas mujeres que valen los problemas del mundo, él se acerca y empiezan el día con el sol del brillo en la cara. Ella se levanta de la cama con su cuerpo desnudo, entra al baño, sale vestida, le da un beso en la frente y se va. Él queda solo y le brota una inocente sonrisa del rostro.
A pesar de lo magnífico de la rumbita y la compañía, todo este recorrido de momentos no es más que un festín de traiciones a las personas que confiaron en Antonio e incluso a sí mismo por su incapacidad de tener cordura y control. Lo que queda por hacer es que él se quite ese disfraz y sea original, que despierte del mundo ficticio en el que está. Siempre la misma mentira.
Las consecuencias…
“Sigo caminando, visito mi sendero, cojo mi camino, trato de ser sincero. Tiempo que he perdido, directo al cenicero, trato de asumirlo, eso es lo primero… mente, alma, trato de vivir intenso pero con calma… merezco una condena, antes de pagarla la cumpliría eterna. No me interfieras, salió la fiera, puede que hoy muera; quede mi recuerdo, quede lo que quede, yo haré mi mejor esfuerzo, escribir en mí interviene. Éste es el recuerdo de mí para ti forever.
Entre amaneceres, mis compas y mujeres, camino en un blanco de inútiles placeres. Ahora me complico, no soy el favorito, simplemente tomó mi vida por escrito. Apasionado por las letras y la vida misma; no hay día que viva sin pasar saliva, sólo soy un novato en su primer día, aprendo, gano y callo, vivencia asumida.
Dimensiones varias, contrarias a mí mismo, confío en el destino que alarga mi camino. Constante y seguro, aguante del puro, parado en la cera fumando blunt puro. Villano lo dudo, de fiarte seguro, guerrero en el ruedo, escribiendo ese mi rumbo…
Desde que amanezca siempre seguiré subiendo esta cuesta, siempre sonreiré”
Antonio
Q.E.P.D